La cronología de la enfermedad se inicia a finales del año 2001, cuando se detecta una mortalidad anormal de rebecos en los Pirineos centrales. Los síntomas y lesiones que presentan los animales afectados son dificultad de movimiento y debilidad, siendo fácil avistarlos cerca de torrentes, caminos y carreteras, delgadez extrema, parasitación abundante por garrapatas, alopecia e hiperpigmentación cutánea. Durante el verano de ese mismo año, dejaron de observarse animales enfermos.
Se asoció un nuevo pestivirus (familia Flaviviridae) que se describía por primera vez en el rebeco pirenaico (Rupicapra pyrenaica) en los Pirineos. La caracterización molecular asignó este virus al grupo de virus de la Enfermedad de la Frontera (BDV, por sus siglas en inglés). Hasta esa fecha nunca se había descrito un Pestivirus en el rebeco, si bien, los resultados obtenidos en trabajos posteriores indicaron que la infección de BDV estaba presente en la población de rebecos desde al menos 1990, casi 11 años antes del primer brote de la enfermedad.
A principios de 2002 volvieron a observarse rebecos enfermos con la misma sintomatología y tuvo lugar un rebrote más grave de la enfermedad. Durante los años 2003 y 2004, apenas se observaron rebecos afectados por la enfermedad. Sin embargo, en 2005 y 2006 se vuelve a detectar una mortalidad masiva de rebecos que hace temer por su población, estimándose una disminución cercana al 76% de sus efectivos.
A partir de ahí se comprueba mediante censos como las poblaciones aumentan año tras año , observándose una mejora progresiva del número de individuos en las zonas donde la virulencia del virus fue muy fuerte.
Sin embargo, el mes pasado hemos vuelto a leer noticias que alertaban de un rebrote de la enfermedad en las poblaciones de sarrio del Pirineo oscense. En efecto, el sarrio está viéndose nuevamente afectado por el Pestivirus que se va extendiendo de este a oeste por la cordillera. La patología llegó en 2011 a las poblaciones oscenses desde Cataluña y ya ha alcanzado el Macizo de Monte Perdido ocasionando una mortalidad del 30% de los ejemplares.
Las actuaciones puestas en marcha se reducen a describir lo que ocurre y contabilizar los ejemplares afectados puesto que la enfermedad resulta poco menos que imposible de tratar.
Un aspecto muy destacable de los Pestivirus y que puede estar detrás de las epidemia periódicas que sufren las poblaciones de rebeco del Pirineo es la complejidad de su ciclo biológico. Los principales reservorios de estos virus son los individuos persistentemente infectados (PI), animales que se han infectado durante la gestación y que no reconocen el virus como extraño. Por tanto, no elaboran anticuerpos y a partir del momento que nacen eliminan gran cantidad de virus al exterior. Esta característica tan extraordinaria hace que sea una enfermedad muy complicada de detectar inicialmente, de controlar y de erradicar, ya que puede darse la circunstancia de que animales sanos estén eliminando virus e infectando a otros animales.
En los animales salvajes no se conoce la existencia de este tipo de animales, aunque se cree que también se encuentran presentes, y que deben ser los responsables del mantenimiento y propagación de la enfermedad.
Para más información:
Retrospective study of pestivirus infection in Pyrenean chamois (Rupicapra pyrenaica) and other ungulates in the Pyrenees, NE Spain. (2011). Ignasi Marco, Oscar Cabezón, Rosa Rosell, Laura Fernández-Sirera, Alberto Allepuz, Santiago Lavín. Veterinary Microbiology, 149, Issues 1–2: 17–22.