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A vueltas con las corzas...

12 December 2011

Muchos gestores del corzo, una de nuestras especies estrella de la caza mayor, llevan años advirtiendo del peligro de sólo matar machos, una práctica que puede perjudicar seriamente el devenir de las poblaciones autóctonas del cérvido. En otras especies se ha podido demostrar que una presión de caza excesiva sobre los machos no se traduce en que “todas las hembras queden preñadas de los mejores machos” y, finalmente “respetar las hembras” puede salirnos muy caro. De otra parte, no son pocos los cazadores y gestores que rechazan abatir hembras, un plato de no muy buen gusto para algunos por cuestiones éticas y morales.

La chispa que encendió la mecha fue la pasada orden de caza de Castilla y León (publicada en junio y refrendada hace unos días), en la que se incluye la caza de hembras de abril a agosto y de septiembre a octubre, permitiéndose no obstante la caza durante el invierno en las provincias de Soria y Burgos previa modificación del plan cinegético. Esta medida levantó polémica al poder matarse hembras en pleno período de parto y lactación y las alegaciones no se hicieron esperar, destacando la de la Asociación del Corzo Español (ACE), referente en lo que a la gestión del corzo se refiere en España. Dicha asociación realizó alegaciones al texto, sugiriendo una gestión acorde con criterios científicos y éticos, que por desgracia no siempre van de la mano con las directrices de la Administración. Tampoco faltan opiniones favorables a cazar en primavera, pese a las nefastas consecuencias para los corcinos.

El control de cualquier especie cinegética suele ser siempre complicado, polémico y siguen sin realizarse suficientes estudios para saber cómo afecta la mano del hombre en la dinámica poblacional de las especies. Además, no podemos obviar el gran problema que suponen los accidentes de tráfico causados por la caza mayor en tantas carreteras españolas, cobrándose por desgracia la vida de muchos conductores. Controlar hay que controlar, pero lo difícil es saber cómo y cuándo hacerlo de la mejor forma. Aunque, desde luego, no parece lo mejor matar hembras cuando sus crías son aún incapaces de sobrevivir por si solas en el medio en el que se encuentran.

En ocasiones, parece que la Administración toma decisiones poco fundamentadas, buscando un efecto rápido y preciso, pero todos sabemos que la naturaleza “lleva su ritmo”. La decisión está tomada desde hace tiempo, “hay que cobrar más corzas”, pero está por ver cómo afecta este control a las poblaciones. Quizás estemos ante una muy buena oportunidad para comparar la evolución corcera en cotos que matan hembras en invierno frente a los que matan en primavera. El tiempo lo dirá y mientras tanto las corzas seguirán dando vueltas en las cabezas de gestores y cazadores… quienes más disfrutan y sufren estos asuntos.



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