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Sanidad

Mal Rojo. Un “clásico” que se niega a desaparecer

13 September 2023

Esta enfermedad, también llamada erisipela porcina, causada por la bacteria Erysipelothrix rhusiopathiae, se encuentra extendida a nivel mundial.

Fue descubierta en el siglo XVIII y afecta principalmente a los suidos, cerdos y jabalíes, (reservorios naturales), si bien, multitud de especies pueden infectarse, tanto domésticas (rumiantes, équidos, aves y peces) como silvestres, (principalmente el jabalí que actúa como reservorio silvestre de la enfermedad).

Es considerada una zoonosis (enfermedad que puede afectar al hombre) ocupacional o profesional debido a que afecta a las personas que se encuentran en estrecho contacto con los animales, aunque en humanos las lesiones no son muy graves.

El Mal Rojo es una enfermedad de declaración obligatoria en España.

Epidemiología (distribución y frecuencia) de la enfermedad:

Determinados animales presentan infecciones silentes (sin síntomas de enfermedad) convirtiéndose en animales portadores, como suele suceder en muchos jabalíes.

Ante algunas circunstancias, su sistema inmunitario se ve afectado (situaciones inmunodepresoras) como por ejemplo, algunas enfermedades, parasitosis, parto, dieta (pobre o cambio de dieta) o factores ambientales o de manejo (vacunación, anillado, movimiento de animales en cerdos domésticos o explotaciones cinegéticas), en general, factores causantes de estrés.

En estos momentos, la bacteria prolifera provocando infecciones clínicas (con síntomas de enfermedad), actuando como foco de dispersión del patógeno al medio.

Las vías de contagio son muchas: oral, cutánea y nasal. Pero las más importantes es la ingestión de agua y alimentos contaminados (importante comederos y bebederos para la caza).

Los síntomas del Mal Rojo son:

• Forma septicémica sobreaguda: los primeros animales pueden mueren sin ningún síntoma.

• Forma septicémica aguda, también de evolución fatal, los animales muestran fiebres altas (>40ºC), debilidad, artritis, taquicardia, disnea, estreñimiento, congestión de las mucosas. Pero sin duda, son las manchas rojizas en la piel (5-6 cm), de la zona dorsal, espalda, extremidades y orejas son un síntoma inequívoco de la enfermedad (aparecen entre 24-36 horas del inicio de los síntomas). Antes de suceder la muerte los animales muestran edema pulmonar y cianosis (color azulado). En los jabalíes la principal lesión observada es el edema submandibular (una especie de papada anormal).

• Forma septicémica subaguda: consecuencia de las campañas de vacunación porcinas, los animales superan la enfemedad sin apenas síntomas.

• Forma crónica: resulta de la evolución de la forma aguda. Puede evolucionar provocando artritis crónica con inflamación y dolor en las extremidades. También puede evolucionar a lesiones cardíacas (endocarditis), a veces mortal, e incluso provocar lesiones cutáneas de carácter necrótico (dermatitis necrótica). Estos animales presentan un desarrollo insuficiente además de ser potenciales focos de dispersión de la enfermedad.

Control de la enfermedad:

Dado que es una enfermedad en la que se producen brotes en determinados momentos del ciclo (situaciones inmunosupresoras) se suele proceder a la realización de medidas preventivas como la vacunación de la cabaña (cerdo doméstico y explotaciones cinegéticas de jabalí) en períodos concretos del ciclo productivo.

La vacunación está recomendada por las autoridades pero no es obligatoria.

El tratamiento de la enfermedad se realiza con antibióticos, la penicilina es el fármaco de elección.

Gestión cinegética:

El control de los puntos de concentración de animales, como los puntos de agua y comida, así como el contacto entre silvestres y domésticos resulta clave para esta y otras enfermedades. Cuando contamos con fincas en las que el jabalí comparte terrenos con porcino ibérico o se encuentra próximo a él es fundamental extremar la vigilancia y prevención.

¿Qué podemos hacer?

Es nuestra obligación informar a las autoridades de la observación de animales muertos en el campo o jabalíes abatidos con algún síntoma "sospechoso" y su responsabilidad es investigar las causas de la muerte de los mismos y, en su caso, instaurar medidas para controlar un posible brote. 

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