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Sanidad

Fiebre hemorrágica de Crímea-Congo

Un proceso detectado en garrapatas de ciervos del suroeste español

07 May 2019

Investigadores del Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR) confirmaron el hallazgo hace ya algunos años del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en garrapatas de ciervos del suroeste de España. El pasado año se produjo un fallecido por esta enfermedad en Castilla y León y es ahora el momento de recordar su importancia y las pautas fundamentales para su prevención en las personas.

Se trata de una enfermedad vírica que no presenta síntomas en los animales afectados pero que es una zoonosis (se contagia a las personas). En humanos supone una grave amenaza con infecciones que comienzan con fiebre inespecífica pero que evolucionan a un cuadro hemorrágico grave una mortalidad elevada.

El contagio se produce fundamentalmente a través de picaduras de garrapatas infectadas, si bien, también es posible adquirir la enfermedad a partir del contacto con o tejido animal, y beber leche no pasteurizada. La transmisión persona-a-persona se produce cuando la piel o las membranas mucosas son expuestas a sangre durante hemorragias, o a tejidos durante cirugías. 

Es un proceso de amplia distribución, presente en África, Oriente Medio y Asia, así como en varias zonas de Europa. El agente causal es un virus perteneciente al género Nairovirus cuya aparición se asocia a la distribución de garrapatas del género Hyalomma spp., que son los principales vectores, aunque se ha aislado en más de 30 especies de garrapatas, incluidos los ixodidos o garrapatas duras. Muchas especies de mamíferos pueden transmitir el virus a garrapatas cuando están virémicos.

Pequeños y medianos vertebrados, como liebres y erizos, infectados por garrapatas inmaduras, pueden ser particularmente importantes como huéspedes amplificadores. En general, las aves no se ven afectadas por la infección; pero pueden actuar como vectores mecánicos al transportar garrapatas infectadas. Las aves migratorias pueden propagar el virus entre áreas geográficas distantes.

La prevención es esencial y se basa fundamentalmente en evitar las picaduras de las garrapatas, mediante el empleo de repelentes, usar ropa y calzado adecuados, uso de acaricidas, etc. 

Otra medida fundamental es revisarse adecuadamente tras nuetras salidas al campo y si detectamos la presencia de alguna garrapata sobre nuestra piel es conveniente acudir a un centro de salud para que procedan a su retirada de forma adecuada y a su posterior análisis. Debes recordar que no solo las garrapatas pueden ser vectores de ésta enfermedad, sino también de otras muy importantes como la enfermedad de Lyme de la que hablaremos en otro post.

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