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No a las perdices híbridas. ¿Por qué es importante la pureza genética?

11 November 2011

Hace pocas fechas teníamos noticia de que el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino había elaborado un protocolo para evitar la liberación de ejemplares híbridos de perdices en nuestro país, que ojala pronto entre en vigor, y quizás, entre tanta vorágine informativa, no siempre quedan claras algunas cosas en relación con la genética de nuestra caza y sus repercusiones.

Para empezar hay que dejar claro que este importante trabajo ha sido financiado y realizado, en una buena parte, a través de la Federación Española de Caza y FEDENCA, de modo que son los cazadores federados los que, con sus cuotas, permiten realizar estudios de este nivel que, a la postre, son beneficiosos para todos, cazadores, gestores, conservadores y para la naturaleza en general.

Una vez aclarado ésto, debemos continuar diciendo que la pureza de un ejemplar, en este caso de perdiz, viene determinada por una información acumulada en su mapa genético que la hace ser igual a otras de su misma especie y diferente de otras que no lo son.

Todo este registro se ha ido configurando a lo largo de cientos o miles de años hasta dar lugar a los animales tal y como los conocemos hoy en día. Como casi nada en la naturaleza, no es un código aleatorio, sino que responde a una serie de adaptaciones que, los mejores individuos de cada especie han ido heredando de sus progenitores que, a su vez, también fueron los mejores, los más capaces de adaptarse a las condiciones del hábitat, del clima, de la alimentación disponible, de las enfermedades y de un sinfín de condicionantes de los que seguro que alguno se nos escapa.

Sin embargo, esta evolución que tanto tiempo le ha costado conseguir a la naturaleza, el hombre la puede manipular en pocas temporadas de cría, un simple cruce con animales de otra subespecie, parecidos pero no iguales, que se adaptan mejor a las condiciones de las granjas, pero mucho peor a nuestros cotos, dan al traste con un proceso milenario.

Todo ello supone una contaminación genética irremediable en las poblaciones de perdices autóctonas que todavía pueblan algunos de nuestros campos, un deterioro que las hace más susceptibles de padecer enfermedades, de no sobrevivir a un invierno duro o a un verano caluroso, o a no aprovechar con eficiencia el alimento disponible en el entorno en cada momento.

Por eso es fundamental contar con un protocolo de control serio por parte de la administración, en todas las explotaciones cinegéticas, no solo de perdiz, sino también de cualquier otra especie que se vaya a soltar en el campo, conejos, codornices, ciervos… para garantizar que los ejemplares que se crían y luego se liberan sean de la mejor calidad, penalizando por tanto a los que especulan con el patrimonio de todos y premiando a aquellos, que también los hay, que seguramente a pesar de ver reducidos sus beneficios económicos, se esfuerzan por criar animales de gran calidad.

Además, también los cazadores deben poner su granito de arena, cuidando lo que compran y donde lo hacen, aunque el precio sea más competitivo. En ocasiones, no es necesaria ninguna analítica para darse cuenta de lo que hay y aquí se cumple, si cabe aún más que en otras cosas, el refrán que dice que lo barato, a la larga, sale caro.


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