Los investigadores becarios son parte fundamental en cualquier campo de conocimiento y en la caza no íbamos a ser menos.
Las Universidades, Centros de Investigación y Empresas del sector cuentan con la insustituible figura "del que se come todos los marrones" o "hace el trabajo sucio", generalmente "disfrutando" de horarios poco flexibles y mala remuneración. No obstante, para la mayoría de los Centros de Investigación y Empresas, los becarios y novatos son también su mayor potencial, dado que el trabajo duro de éstos se traduce en grandes avances científicos y económicos.
Los becarios en materia de caza se suelen enfrentar a muchos problemas, especialmente si no han estado familiarizados anteriormente con el Campo y sus dificultades. Es posible que al principio estén más perdidos que un pingüino en un garaje pero con el tiempo la mayoría de ellos sentirán apego por los amaneceres y el canto de las perdices, los "kits" de diagnóstico laboratorial que nunca funcionan y las interminables jornadas de muestreo bajo condiciones climatológicas adversas. Ni que decir tiene que, además de aprender sobre las especies cinegéticas, se comenzarán a familiarizar con ilegibles manuales de uso, mecánica de todo terrenos, mapas y programas informáticos y como no, se pelearán con la temida burocracia, entre otras cosas.
Según los estudios disponibles, en los últimos tiempos la crisis ha empujado a un gran número de jóvenes a solicitar prácticas en empresas y posgrados subvencionados para evitar el fantasma del paro, aunque por desgracia las convocatorias de muchas becas se han suspendido por los atroces recortes que sufre la investigación en España.
Cuando conozcas a un becario recuerda, ¡tú también lo fuiste alguna vez!
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