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Tiempo de esperas

01 June 2012

Ahora que la temporada general se ha terminado son muchas aún las modalidades que se practican y mantiene viva la llama cinegética.

En la mayor, son protagonistas principales los recechos del corzo y las esperas nocturnas al jabalí. En ambos casos se trata de modalidades que cuentan con cientos de aficionados que, año tras año, aguardan ansiosos la llegada de la primavera para salir a disfrutar de unas prácticas ancestrales y llenas de secretos que hacen que los resultados puedan ser dispares, aún en condiciones muy similares. Se trata además prácticas selectivas, por lo que, bien ejecutadas pueden ser herramientas de gran interés en la gestión de nuestros cotos de caza mayor.

En el caso de los recechos del corzo son muchos los que cazan, disfrutan y escriben al respecto. Mientras, en el caso de las esperas al jabalí, es más difícil encontrar información, no tanto de armas, calibres, municiones o visores, pero si de actitudes y consejos prácticos para tener una cierta oportunidad. En eso, cada uno tiene sus ideas y métodos que no siempre les gusta contar o que no siempre funcionan bien.

Desde un punto de vista de gestión, es interesante tener en cuenta una primera consideración, la conveniencia o no de realizar las esperas. Si existen daños y es necesaria bajar la presión ya no hay duda. Sin embargo, si esto no es tan evidente, quizás tendremos que plantear la repercusión de esta modalidad sobre los resultados de los ganchos o monterías de la siguiente temporada. Si castigamos mucho el coto en primavera y verano, momentos de máxima actividad reproductiva, estaremos provocando mermas en la población. No solo será por el efecto directo de la caza, sino también porque provocaremos desplazamientos de los animales a otros lugares más tranquilos, haciendo que, incluso, algunos no vuelvan a sus zonas de origen. Por ello, es fundamental hacer una planificación global y responsable de la temporada completa. A pesar de que tengamos la sensación de que queda mucho tiempo entre unas y otras prácticas, la realidad es que todo lo que hagamos en el monte tendrá su repercusión futura, para bien o para mal.

Si decidimos realizarlas, son diversos los puntos a tener en cuenta para lograr el ansiado éxito y conseguir abatir el mejor macareno. Desde los trámites administrativos a tener en cuenta, hasta la elección del lugar, preparación del puesto, horarios y actitudes a adoptar o incluso el momento del disparo… Todo ello influirá seguro en el resultado final del lance y en la posibilidad o no de abatir un buen macareno.

- Elección del lugar.- Un buen lugar será aquel que nos permita una cierta visión y buen tiro, al que los animales tengan ya una querencia natural por estar próximo a un punto de agua, zonas de siembras, pasos, rascaderos…

- Preparación del puesto.- Existen diferentes posibilidades, desde los más sencillos en los que apenas hay un apoyo donde sentarse y unas ramas o una chaparra para cubrir el puesto que adaptamos a nuestras necesidades, hasta complejas plataformas, casetas y otras estructuras varias, en ocasiones muy costosas. En todos los casos, deben ser artilugios discretos, preparados con unos días de antelación para que los animales no desconfíen y, sobre todo, para que pierdan olores y brillos extraños que podrían dar al traste con nuestra espera. El puesto se debe colocar de cara a vientos dominantes y a las entradas naturales de los animales al punto de espera.

- Seguimiento de los cochinos.- Hoy en día disponemos de numerosos dispositivos que permiten identificar la hora a la que acceden los animales, como comederos y otros dispositivos con relojes, o incluso, además de la hora, cuantos animales entran y como son, como el fototrampeo mediante el empleo de cámaras automáticas. Son mecanismos no demasiado costosos que nos aportan gran cantidad de información interesante y que nos pueden ayudar notablemente en la gestión diaria de nuestros cotos. Si no queremos recurrir a estos artilugios artificiales, es interesante visitar la zona con frecuencia antes de comenzar las esperas para conocer todos estos datos viendo pasos, huellas y otros rastros. Sin embargo, hay que ser cuidadosos en el seguimiento y evitar acercarnos demasiado a los puntos clave para que los animales no perciban signos extraños que hagan que dejen de visitar la zona.

- El momento de la espera.- El coche debe quedar a una distancia prudencial, en un lugar discreto y que no corte el acceso o salida natural de los animales ni que tampoco de olor o brillos al puesto. La ropa a elegir es también esencial, debe ser de abrigo, que no genere brillos ni reflejos y, sobre todo, que sea de materiales que al movernos no hagan ruido, porque cualquier emisión sonora puede provocar la irremediable huida de nuestro trofeo. Es recomendable frotar ropa y calzado con vegetación de la zona como tomillos, jaras… para enmascarar nuestros olores lo más posible.

- La entrada de la piara.- Este es un momento crucial en el que no debemos dejarnos llevar por los nervios y la excitación, que serán mayores, sobre todo, en cazadores noveles. Hay que asegurar que se trata de jabalíes y descartar la presencia de cualquier otra especie, encarar el arma con sigilo e iluminar la zona solo cuando ya estemos preparados, intentando prever la reacción del ejemplar elegido.

- Al retirarse del puesto.- Si no hemos tenido éxito tendremos que decidir la hora de irnos, que puede basarse en datos recogidos previamente o en la propia intuición, experiencia y conocimiento del monte. Si el puesto está en una zona de siembra, lo habitual es que los animales entren a primeras horas de la noche porque, normalmente, desde los encames, lo primero que hacen es ir a comer. Sin embargo, cuando estamos cerca de una baña, lo normal es que entren más tarde porque suelen ir a los revolcaderos después de haber comido y antes de volver a encamarse. Tenemos que salir siempre con sigilo, dando un rodeo para evitar dejar huellas y olores que espanten futuras entradas y, por supuesto, cumpliendo siempre la normativa y el sentido común, con el arma descargada, despacio y según en que Comunidad Autónoma, sin luces artificiales. Si hemos disparado a algún ejemplar hay que confirmar que lo hemos abatido, sin miedo a efectuar un tiro de gracia ante la menor sospecha, para evitar sufrimiento innecesario al animal, pero también por nuestra propia seguridad que, a la postre, es lo más importante de todo y que no debemos nunca perder de vista cegados por la euforia lógica del momento.

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