Son muchos los problemas que tienen las especies cinegéticas y, no sólo ellas, también otras no cazables e incluso nosotros mismos por la aparición, cada vez más habitual, de especies exóticas e invasoras.
Esos animales están presentes por la falta de sensibilidad y sentido común de muchos propietarios que cansados de máscotas que crecen, se vuelven agresivas, huelen mal o, simplemente, son más aburridas de lo que se pensaban, las sueltan en el medio ambiente.
Los exóticos suelen contar con varios factores comunes, la gran capacidad de adaptación y resistencia al medio a las enfermedades, una gran capacidad reproductiva y una enorme efectividad predadora sobre distintos animales, entre los que casi siempre destacan muchos de caza menor como perdices, codornices, conejos o liebres.
Por ello, su presencia genera graves daños y desequilibrios en los ecosistemas en los que se incorporan y, no solo eso, además, por tratarse de especies venidas "de fuera" no suelen tener predadores que controlen sus poblaciones, por lo que crecen de forma exponecial hasta extenderse muy rápidamente.
No debemos olvidar tampoco que muchas de estas especies son portadoras de virus, bacterias o parásitos que a ellas no les afectan pero que pueden causar graves daños a poblaciones autóctonas o incluso al hombre por ser zoonosis.
Un artículo recién publicado en nuestra sección de sanidad analiza el efecto de una de estas especies, los mapaches, por desgracia cada vez más habituales en nuestros campos, junto con tortugas de florida, distintas especies de "loros", reptiles, etc.
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