Tras una larga espera se inicia una nueva temporada montera y los aires de invierno traen olores de jara, tierra mojada y lumbre.
Los perros se preparan para correr tras ciervos y jabalíes y acercarlos a los puestos donde, ansiosos, esperamos escuchar el ruido que anuncia su llegada. Son momentos de nervios, excitación e intriga por ver que aparecerá tras el monte, un gran jabalí, un venado medallable o un zorrete despistado que trunque nuestras expectativas hasta la próxima ladra.
Sin embargo, estos agradables momentos, en ocasiones se tiñen de luto por algún accidente desgraciado que, con suerte, nos da un buen susto o con no tan buena, algo más.
Por eso es fundamental extremar las medidas de seguridad, seguir a pies juntillas las recomendaciones que no se cansan de repetir los postores, capitanes y organizadores de las monterías y, así, disfrutar de verdad de la caza, del monte, de las reses y de los amigos. Lo importante es volver a casa con esa sensación indescriptible de haber pasado una gran jornada.
No moverse del puesto, no ir a ver las reses abatidas antes del final de la montería, llevar algún distintivo reflectante que nos ubique para que otros nos vean, no hacer disparos cruzados, hacia atrás o en otra dirección que no sea la que nos hayan dicho por muy bueno que sea el ejemplar que nos cruce, respetar a los rehaleros… son normas básicas que no siempre recordamos y que, a la postre, son responsables de más de un disgusto.
Todo ello es ahora más importante y el cuidado debe ser todavía mayor, si cabe, porque cada vez somos más los que cazamos con rifle, un arma cuyo disparo puede recorrer hasta 500 m o incluso más, rebotar en cualquier piedra y cambiar de dirección sin control hasta encontrar su destino final.
Seamos sensatos y no nos ceguemos con un jabalí al que a duras penas vemos, tengamos paciencia hasta que las reses rompan, respetemos con generosidad a los compañeros de puestos vecinos y seguro que al final tendremos nuestra recompensa.
Por suerte, hoy por hoy, la caza es una afición, una actividad para el encuentro y el disfrute, en la que abatir un buen ejemplar solo debe ser un aspecto más dentro de todo lo que supone ir de montería. Si tenemos clara esta máxima y la sabemos transmitir, la caza será un poco más segura y, a la larga, cada día será mejor. ¡Buena caza!